Tarahumara



Hace muchos años, cuando estaba en el proceso de entrar a la Compañía de Jesús, me fue ofrecida la posibilidad de ir a trabajar durante un año a la Sierra Tarahumara. Para mi era una oportunidad grandísima de hacer realidad mi sueño de servir a los pobres incondicionalmente. Por cuestiones académicas, tuve que desistir de mi sueño y me enviaron a Tampico, Tamps. No me arrepiento de haber vivido en Tampico ese año (julio 1992-julio 1993), pero ahi se me habia escapado la oportunidad de conocer una de las zonas y pueblos indigenas más impresionantes de la república. A 13 años de distancia, coincide que es en julio que por fin se me concede visitar esa tierra bendita y en unas condiciones inigualables: excelente compañía, de vacaciones y con el corazón abierto a los hombres y mujeres que habitan esa zona tan agreste.

Visitamos muchos lugares, pero sin duda lo más impresionante fue haber podido observar la cascada de Piedra Volada desde el mirador de Huajumar, de verdad un espectàculo al que pocos turistas pueden acceder por lo lejano y dificultoso de su acceso, se dice que es la cascada màs grande de Mèxico. Como no teníamos mucho dinero, tuvios que rentar un camión de redilas desde Creel, nuestro centro de operaciones y los 23 amigos que desde Tijuana andabamos por allá nos montamos con lo necesario para acampar. Primero visitamos Basaseachi, la cascada mas linda y mejor conocida de Chihuahua y despúes, Piedra Volada. Nos quedamos a dormir en unas Cabañas del pueblo de Basaseachi, y nos salió muy barato gracias a unos hermanos evangélicos que nos trataron especialmente porque creyeron que nosotros también eramos evangélicos. Mil pesos por 23 personas, no está nada mal, sobretodo si se piensa que en las otras cabañas cobraban ¡¡650 por 4 personas!!

En fin, otra cosa sobresaliente fue la estancia en Cerocahui, un pueblito perdido en la parte más baja de la sierra. Tiene una iglesia muy pintoresca de 4 siglos de antiguedad y a penas se está abriendo al turismo. La verdad en esto está mejor que Creel, porque no esta tan vendida al ruido, relajo y comercialización. Es muy tranquilo, silencioso y los paisajes son bastante màs gratos. Tiene una cascada pequeña, mucho mas disfrutable que las anteriores. Nos llevó ahí un niño, Armando se llama, fue muy amable, y nos entendió cuando le dimos solo 50 pesos por habernos servido de guía. Aquí pongo unas fotos para que se vea donde andabamos.

Sin embargo, lo que verdaderamente hizo de Cerocahui algo especial fue el haber entrado en contacto con 3 personas que trabajan de tiempo completo al servicio del pueblo Tarahumara. Fue muy impresionante ver su convicción de construir otra manera de relacionarnos y de gastar su vida por esos que menos tienen y que nadie toma en cuenta. Son agentes de pastoral de la diócesis de Tarahumara, pero sus convicciones son cuasimísticas. Es un matrimonio, Don Mariano el barbón y su esposa, y un compa solo con una historia de vida muy sui generis, el matrimonio tiene también un historial muy interesante, entre algunas otras cosas participaron en la revolución sandinista de Nicaragua en los 80’s. Viven unas condiciones de austeridad envidiables, en una casa empotrada sobre una cueva en las rocas. No se, me hicieron pensar en mi propio compromiso con la pobreza y con los pobres. Me recordaron que la contrucción de un mundo alternativo no se construye solo pensàndolo sino ponièndome a trabajar. La frase que màs me impacto al hablar con ellos fue esta «nosotros esperamos el reino, pero trabajamos porque llegue»